Después de una mañana muy estresante haciendo cosas de índole prosaica como confirmar el borrador de hacienda, pedir cita en el médico o escribir correos de trabajo, nada como un rato para pensar en cosas más amables. Desde hace mucho tiempo me tiene cautivada un libro de Amos Oz: El mismo mar..Quizá fuese la evocación del mar lo que me llevó hasta él, o su forma tan original de narrar una historia, su prosa convertida en poesía, no sé...La química con los libros es a veces como con las personas, simplemente sucede. Y los libros, como las personas, saben provocar estados de ánimo.
Sólo los solitarios saben
Atardece y ella no viene.En casa de los vecinos llora un niño
de forma cansada y monótona, sabe que de nada le servirá.
En el apartamento que le he alquilado en la calle Mazeh aún no hay teléfono. Y aunque hubiera
yo nunca. Esta tarde no vendrá. Me pongo a comer yo solo
pan integral con queso y aceitunas. Es una larga tarde.
Cada uno a lo suyo esta tarde y también yo:
preocupado por si te habrá llegado el dinero que te mandé.
Temiendo una avalancha de nieve, un derrumbe
en la ladera. O despierto, leyendo a la luz de una vela.
La tarde tranquila. El niño que antes lloraba
ya se ha calmado. En la ventana de mi cocina
el mar habla ya del otoño. Otra taza de té
y me pondré a examinar un balance que está sin confrontar.
Muchos envían sus cuentas. Sólo los solitarios
saben ser precisos.
( El mismo mar, Amos Oz)
No hay comentarios:
Publicar un comentario