El otro día me decía un pequeño genio que "agosto es el domingo de los meses". No le falta razón. Mortecino, la ciudad poco a poco pierde su pulso vital, quedando desnutrido de paseantes y gente atareada. Todo se para, parece más silencioso. Los negocios cuelgan los carteles de "cerrado por vacaciones "a modo de epitafio temporal, de un fallecimiento del tiempo, ya que agosto parece inerte, un paréntesis en el transcurrir del año.
Nos queda el recuerdo de otros agostos. Yo personalmente, los recuerdo con una atmósfera que el calor ralentiza. Y la ciudad, como un escenario casi metafísico donde solo fluye el lento transitar de las sombras.