martes, 29 de noviembre de 2011

La mejor compañía..


París, 3 de enero 1953:
Cada vez más, quedarme solo es volver a encontrarse con alguien que quizá siempre me acompaña, pero que unicamente aparece, reaparece. cuando no hay absolutamente nadie.
No, no es la soledad misma-como es para Cernuda-, sino alguien muy verdadero, una compañía real, casi corpórea. Acostumbrado a él, he terminado por quererlo, por valorarlo

(Diario de un pintor, 1952-1953, Ramón Gaya)

domingo, 27 de noviembre de 2011

Des idées a Paris..

París, 19 de noviembre 1952:
Los momentos provisionales. Un día nos damos cuenta de que todos esos momentos vividos de refilón, de pasada, un poco a la ligera, provisionalmente, son también ellos momentos claves, decisivos, que van a imprimir en nosotros conclusiones decisivas; nos damos cuenta de que esos momentos que nos parecieran insignificantes y que tomáramos, cuando mucho, por una especie de media vida, de fragmentos de vida, vienen a ser, en realidad, y al final, nuestra mayor y mejor experiencia de vida real, de una vida más real que verdadera, como más sorprendida en su verdad, ya que al estar nosotros....descuidados, distraídos, la vida no tropieza con nuestros prejuicios, con nuestros aprioris.
Nosotros, por lo visto, estamos cansados, gastados, y también eso qu se llama estar en crisi.La naturaleza, en cambio, cada mañana aparece, amanece, no ya de nuevo, sino por primera vez, inédita. La naturaleza ha escapado a la historia, nosotros no hemos podido.
(Diario de un pintor 1952-1953, Ramón Gaya)

jueves, 24 de noviembre de 2011

El mundo en un beso..

Abro el pensamiento, a veces frío y desolado. Pienso, de tu locura enferma, de los paseos por Saint Germain...Un café no será suficiente, busco un lugar caliente donde se abra el sentimiento. Un paseo no será suficiente para conocerte, pero si te conozco quizá me deslumbre tu luz desgarrada. Te leeré dos veces antes antes de  soñar contigo. Mientras, pasearé en las noches de invierno, jadeante, como un mendigo...soñador de lo efímero...

domingo, 20 de noviembre de 2011

Personajes parisinos..

Hasta la séptima o la octava visita no hizo acto de presencia la voluntad de Adrienne. ¿No tendrá Le Potomak?, acababa de preguntar el muchacho. Adrienne que se queda sentada, que mira a la gente pasar por la gran cristalera por encima de los libros expuestos  en plano, que deja su portaplumas y entrelaza los dedos. ¿Le interesa mucho el arte de Jean Cocteau? pregunta tomándose su tiempo. Las armas eran desiguales, la lucha fue breve. Un cuarto de hora después, sentado en el Luxemburgo delante de un caballo que tiraba de dos grandes naranjos en jardinera hasta los botes de vela, con Le Potomak a un lado sobre el banco leía yo Enrique el Verde.
Ese mismo otoño me encontré a Adrienne por el bulevar Saint-Germain; con los guantes y su cota de plata parecía Perceval el Galés.
-¿Qué busca usted?-me preguntó.
-Manzanas reinetas.
-¿Es que hay que enseñárselo a usted todo? Las reinetas no llegan hasta dentro de quince días; hoy solo va a encontrar reinas reinetas, más alargadas, menos mate, menos ácidas; acabo de verlas en el mercado.
-Vaya-dije yo-tengo mucho que aprender sobre manzanas.
-Yo también era antes un poco reineta-me respondió Adrienne, pero para cuando quise abrazarla ya no estaba allí.
(Rue de l'Odéon, Adrienne Monnier)

jueves, 17 de noviembre de 2011

Lettres, passion et spleen..

Lo único que cuenta en el mundo es el amor, cien veces lo has repetido y, por mucho que te desdigas, nada puede borrarlo. Tal vez se trate de una facultad divina que se pierde y se recupera, que haya que cultivar o que adquirir por medio de crueles sufrimientos y dolorosas experiencias. Tal vez me amaste con pena para amar a otra con abandono. Tal vez la que venga te ame menos que yo y sea más feliz y más amada. Estas cosas encierran misterios así. (...)
Fenece mi imaginación, que ya solo se emplea en las ficciones literarias. Abandona el papel en la vida real y ya no me arrastra más allá de la prudencia y el razonamiento.Mi corazón sigue y seguirá siempre sensible e irritable, dispuesto a sangrar abundantemente al menor alfilerazo. Mi sensibilidad tiene aún algo de exagerado y enfermizo que no se curará un día.
(Los amantes de Venecia, Georges Sand et Alfred de Musset)

martes, 15 de noviembre de 2011

Este peine en tus cabellos...

Una estrella que muere se parece a tus labios que azulean como el vino derramado sobre el mantel. Transcurre un instante con hondura de mina. La antracita se queja sordamente y cae en copos sobre la ciudad. Hace frío en el callejón sin salida donde te conocí. Un número olvidado en una casa en ruinas, creo que el número 4. Te reencontraré dentro de pocos días cerca de esa maceta de flores estrelladas. Las minas roncan sordamente. Los techos están cubiertos de antracita...
(La idea fija, Robert Desnos)

domingo, 13 de noviembre de 2011

El paso del tiempo...

Los relojes, desde la clepsidra y el solar hasta el atómico, son una simple ilusión. Y por eso todo lo que está dentro del tiempo es una ilusión. Ahora está claro que el absurdo y el nihilismo representan los puntos de vista más racionales del mundo, si es que aún podemos llamar así a la abyección en la que languidecemos. De algún modo, el nihilismo constituye en nuestros tiempos una suerte de piedad. Ya no se puede saber nada. Y no es descabellado pensar que hace ya tiempo que estamos en el infierno, pero que, al igual que Melanchthon, no nos hemos dado cuenta.
(Guía de Mongolia, Svetislav Basara)

jueves, 10 de noviembre de 2011

Escribo tu nombre...

Os dejo con el poeta que con la sencillez de la palabra escribió los versos más delicados de la poesía francesa.

La enamorada

Ella vive de pie sobre mis párpados. Sus cabellos están entre los míos. Tiene la forma exacta de mis manos. Y el color de mis ojos que la miran. Ella se hunde entre mi propia sombra. Como una piedra en el azul del cielo. Ella tiene los ojos siempre abiertos. Y me impide dormir con su mirada. A plena luz sus sueños luminosos. Hacen evaporar todos los soles. Sus sueños me hacen sollozar reír..
Y hablar sin tener nada que decir...
(Paul Eluard)

domingo, 6 de noviembre de 2011

Kermesse..

Aleteo de hojas, tu perfil en mi cabeza...Un gesto detenido. La memoria siempre es una cárcel. Escondido detrás de la corbata, no espero más que un recuerdo. París ha enmudecido. La ciudad siempre está igual, sostenida por mis manos. El Sena en un vaso..y un brindis entre carpas.
Tumulto y desvarío. Entre la solitude et toi.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Un reflejo en el tiempo...

La lluvia de este día y la conversación sobre musicales que he tenido esta mañana, me han hecho recordar Les parapluies de Cherbourg, con la bellísimima Deneuve y cómo no, la triste historia de amor.

En mi corazón, tú estás en paz. En mi cabeza, en cambio, te agitas y te inquietas, vas y vienes de atrás hacia delante, de adelante hacia tu imagen que en el pasado se reactiva para adueñarse de mis días y de mis horas. Puedo decir que  construyo el presente a tu imagen. En mi corazón estás en paz. Pero en mi mente eres el rastro de un boomerang que perpetúa su elipse sobre mi vientre. La distancia entre mi vientre y mi cabeza es la que dicta la voracidad de la memoria, esa inmensa necesidad de representación que le hace ingerir todo suceso tan sólo para poderlo regurgitar en los tiempos vacíos. (...)
En mi corazón, estás en paz. ¿Por qué será tan débil el corazón? ¿Por qué no tendrá fuerza o valor suficiente para extenderse como un manto por mi cuerpo y apaciguar el fuego que arde a destiempo, cuando las brasas son sólo un reflejo en el tiempo, cuando ninguna pradera ofrece sus rastrojos?
No es el corazón el que arde, es la mente que no concilia aún los tiempos de la existencia y que juega, sin saber, como un niño malcriado, a lo eterno. Y ahí, tú, estás en paz.
(Filosofía en los días críticos, Chantal Maillard)

La Fée aux Miettes

Mi foto
Zaragoza, España
Adoro a Colette, L.Durrell, Baudelaire, R.Queneau, Boris Vian, Joyce Mansour. Los escritores y diseñadores japoneses. El cine de J.L.Godard y de Wong Kar Wai. Le Quartier Le Marais à Paris. Anna Karina. Las fotos de Mª Angeles Cuartero. Angel Schelesser y más...