miércoles, 10 de agosto de 2011

Historia de una sinfonía..

Anoche un amigo me daba una gran idea para el post de hoy. Recordó a Shostakovich y sus vivencias durante el sitio de Leningrado, y yo, a su vez, recordé un libro que adoro doblemente. Por un lado por todo lo que cuenta, y por otra lado, porque me lo regalo el compositor madrileño Jesús Rueda: La aguja dorada, donde precisamente se narra un momento incréible de este gran compositor.

Shostakovich empezó a componer la Séptima Sinfonía los primeros días del bloqueo. De vez en cuando escribía encima de la partitura dos iniciales e mayúsculas: VT, que en ruso significa "alarma aérea". (...) Shostakovich no quería irse. No lo hizo hasta que no se lo ordenaron perentoriamente. El 5 de marzo de 1942 estrenó la sinfonía en Kivichev. Los habitantes de Leningrado escucharon los primeros acordes. (...) El 29 de marzo fue interpretada en Moscú. Posteriormente la sinfonía se estrenó en Londres y en Nueva York. Pero Shostakovich sólo vivía para que fuese interpretada en la Filarmónica, en el corazón de la ciudad bloqueda. Y así fue como la partitura conseguiría llegar a Leningrado el 2 de julio de 1942. Inmediatamente después, el director de la orquesta, Karl Eliasberg desnutrido y agotado, empezó los ensayos. Les costó trabajo encontar a los músicos. La mayoría o se había dispersado o había muerto de hambre. El comité de defensa de Leningrado mandó que los buscasen donde fuese, en sus casas o en el frente. Solo consiguieron localizar a 69. Más de treinta ya estaban en el cementerio.
Lo músicos llegaban vestidos con el viejo frac, que les bailaba, y con un fajo de papel de periódico bajo la pechera. En la cara las huellas de la distrofia. Pero aquel domingo tocaron la sinfonía de Shostakovich como nunca. El día del estreno las mujeres sacaron de los armarios los antiguos vestidos de seda, arrugados y olvidados, y se pusieron las joyas de la familia que todavía no se habían cambiado por pan. Se maquillaron en señal de fiesta. Los homnbres también llevaban frac, gastados y enormes. Los que no pudieron entrar también iban de gala. Ante la Filarmónica se fue congregando una multitud para oír la sinfonía a través de los altavoces de la radio. Todas las emisoras de la Unión Soviética transmitieron la sinfonía que, como escribiría después Alexis  Tolstoi, "había surgido de la conciencia del pueblo ruso"
(La Aguja Dorada, Monserrat Roig)

5 comentarios:

  1. Preciosa historia nacida en unos momentos terribles, detalles que te hacen mantener la fe en los humanos y la capacidad para evadirnos de la realidad que nos imponemos como grupo, de la importancia del arte y su poder regenerativo.

    abrazo del lapón de adopción

    PD: al verano le queda aún un poquito, pero ya amarillean las primeras hojas. Pero nada como el otoño lapón, ese me enamoró y al regreso cuando puedo
    http://colecciondevinosconversados.blogspot.com/2011/07/otono-convertido-en-zorro.html

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  2. He aquí, una vez más,la tristeza que hay en todo arte (idea de Adorno), así como en sus alrededores de parafernalia, en este caso, la indumentaria de los músicos y público asistente.

    Saludos

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  3. Señor R me dió muchos recuerdos para ti Miette , hablando del rey de Roma ....

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  4. Sabes que me pierde la música, ella me da vida o me la quita... Genial el texto... Un beso linda!

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  5. Gracias Aka, yo adoro el otoño y debe ser maravilloso en una ciudad Sueca. Lo que comentas es verdaderamente optimista, yo también creo en el poder de sanar del arte. Yo también te adopto. No me pierdo tu blog.

    Bonita idea la de Adorno. La parafernalia está en todo, forma parte de todo lo que hacemos los humanos, me temo.

    Qué bueno que Jesús se acuerde de mi. Qué raro que no esté en Roma.

    Medusina, ya lo sé bien que la música te encanta y además la das a difundir muy bien. Merito doble.
    Besos bella. Espero tus noticias.

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La Fée aux Miettes

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Zaragoza, España
Adoro a Colette, L.Durrell, Baudelaire, R.Queneau, Boris Vian, Joyce Mansour. Los escritores y diseñadores japoneses. El cine de J.L.Godard y de Wong Kar Wai. Le Quartier Le Marais à Paris. Anna Karina. Las fotos de Mª Angeles Cuartero. Angel Schelesser y más...