El universo cotidiano de la fotógrafa Annette Pehrsson me tiene totalmente cautivada. Hace de los objetos cotidianos algo maravilloso, llenos de calidez y encanto. Me llega su simplicidad, su luz, mostrando el transcurrir amable de los días. Un existencialismo artístico que hace del paso del tiempo una obra de arte.
Otro artista que hace de la cotidianidad y de los pequeños gestos diarios algo estupendo, es Philippe Delerm..:
Un oporto no se bebe, se paladea. Y eso no sólo por su atercipelado espesor, sino también por su fingida frugalidad. Mientras los demás se solazan con el triunfal helado amargor del whisky y el Martini con ginebra, nosotros nos inclinamos por la tibieza de la Francia ancestral, el afrutado de huerto de cura, el dulzor caduco-lo justo para teñir de rosa las mejillas de una jovencita.
Las tres oes de oporto se deslizan voluptuosas en el fondo de la botella negra. El oporto rueda al fondo de un golfo oscuro, con altivo porte de geltilhombre. Nobleza clerical, austera con dorados galones. Pero en la copa tan sólo queda la idea de lo negro. Más granate que rubí, es una suave lava donde flotan episodios navajeros, soles de venganza y amenzas de un convento bajo el filo del puñal. (...)
A cada trago, dejamos que el oporto ascienda hacia una cálida fuente. Es un placer a la inversa, que alcanza su plenitud a destiempo, cuando la sobriedad se torna solapada. A cada lengüetazo en rojo y negro, sube más fuerza el grávido terciopelo. Cada sorbo es una mentira.
(El primer trago de cerveza, P. Delerm)