
En ese momento de unos arbustos salieron ruidosamente cinco o seis chicos. (...)Vestidos con vaqueros, uno de ellos llevaba un fusil de aire comprimido preparado para disparar.
-Devuélveme ese pájaro!-dijo el que tenía el fusil.
-Es una paloma del club. ¿Eres tú quién ha hecho esto?-replicó Jirô.
-Sí, y qué! Ahora es mío, devuélvemelo-dijo el chico con una voz pretenciosa, con un tono de impaciencia y suavidad a la vez, sacudiendo su menton cuadrado. (...)
-Entonces, no dices nada? Disparo!-anuncio el chico dirigiéndose al pecho de Jirô con el dedo en el gatillo.
El sable, en la mano del estudiante, se desplegó en un parpadeo sobre una distancia inimaginable para abatirse violentamente sobre la muñeca del chico. El fusil cayó sobre la hierba. (...)
-He visto todo, has estado formidable, bravo!-dijo un viejo vestido con ropa de trabajo.Desde hace un tiempo no entiendo lo que tienen los jóvenes en la cabeza. Me da miedo!Yo estaba allí, escondido, y he visto todo!desde el disparo!...Ey,tienes sangre en la mejilla, espera! voy a limpiarte!
Jirô no tenía pañuelo, el viejo tampoco. éste rebuscó en el carro, con gran desesperación de Jirô. No había más que hojas de publicidad amarillas y unos periódicos viejos, amontonados, pudriéndose en una incleible mezcla de colores.
-Espera, ya está!
Entonces de los deshechos sacó una flor de Lis amarilla y marchita.
Es una Lis de serre!Una flor muy cara!viene del despacho del presidente!Con esto estará bien, verdad?venga, voy a limpiarte, ahora..(...)
La parte blanca de la flor, con el resplandor brumoso, absorvió la sangre y como venas que salían bajo una fina piel blanca, los pigmentos escarlatas se incrustaron como una fina red.
-Gracias!
(Ken, Y. Mishima)