
Maeterlinck ofrece una mirada al tedio, al tiempo ya pasado, y lo mejor de todo, siempre la mirada puesta en el alma. Cálido invernadero, como otro de sus poemas, como este blog, al menos eso espero.
No saben ya dónde posarse estos besos,
estos labios sobre ojos ciegos y helados;
dormidos desde ahora en su sueño soberbio,
miran soñadores como perros en la hierba,
la multitud de ovejas grises en el horizonte,
pacer el claro de luna esparcido por el césped,
bajo las caricias del cielo, vago como su vida;
indiferentes y sin una pizca de ganas,
de esas rosas de júbilo brotadas bajo sus pasos;
y esa larga calma verde que no comprenden.
(Lasitud, M. Maeterlinck)
(Lasitud, M. Maeterlinck)