Chloé dormía. Durante le día, el nenúfar le prestaba a su piel su bello color crema, pero durante el sueño no valía la pena y volvían las manchas rojas de sus mejillas. Sus ojos eran dos marcas azuladas bajo su frente y de lejos no se sabía si estaban abiertos. Colin estaba sentado en una silla en el comedor y esperaba. En torno de Chloé había muchas flores. Colin podía esperar todavía algunas horas antes de ir a buscar otro trabajo. Quería descansar para dar una buena impresión y obtener un empleo verdaderamente remunerador. En la sala era casi de noche. La ventana se había cerrado hasta díez centímetros del alféizar y la luz no entraba más que en forma de una estrecha franja. Colin sólo tenía iluminados la frente y los ojos. El resto de su cara vivía en la sombra.
(La espuma de los días, Borias Vian)
Me gusta tu blog,...
ResponderEliminarUn saludo!
Como adoro el olor de los nenúfares... besos bella hada!
ResponderEliminarGracias, bellas!!
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