La lluvia de este día y la conversación sobre musicales que he tenido esta mañana, me han hecho recordar Les parapluies de Cherbourg, con la bellísimima Deneuve y cómo no, la triste historia de amor.
En mi corazón, tú estás en paz. En mi cabeza, en cambio, te agitas y te inquietas, vas y vienes de atrás hacia delante, de adelante hacia tu imagen que en el pasado se reactiva para adueñarse de mis días y de mis horas. Puedo decir que construyo el presente a tu imagen. En mi corazón estás en paz. Pero en mi mente eres el rastro de un boomerang que perpetúa su elipse sobre mi vientre. La distancia entre mi vientre y mi cabeza es la que dicta la voracidad de la memoria, esa inmensa necesidad de representación que le hace ingerir todo suceso tan sólo para poderlo regurgitar en los tiempos vacíos. (...)
En mi corazón, estás en paz. ¿Por qué será tan débil el corazón? ¿Por qué no tendrá fuerza o valor suficiente para extenderse como un manto por mi cuerpo y apaciguar el fuego que arde a destiempo, cuando las brasas son sólo un reflejo en el tiempo, cuando ninguna pradera ofrece sus rastrojos?
No es el corazón el que arde, es la mente que no concilia aún los tiempos de la existencia y que juega, sin saber, como un niño malcriado, a lo eterno. Y ahí, tú, estás en paz.
(Filosofía en los días críticos, Chantal Maillard)
Inesperada y deliciosa conjunción entre Demy y Maillard: un día de lluvia en esa compañía puede ser una experiencia de "inquietante ternura", de "desasosiego fecundo" incluso.
ResponderEliminarSigo las miguitas que me llevan al centro de este bosque
un abrazo
Gracias Stalker, me alegra que compartamos gustos. Gracias por seguir estas miguitas que ahora también son las tuyas..
ResponderEliminarbesos en la lluvia
Preciosos. Me acabo de sentir muy identificada con esas palabras. Bellos y nostálgicos los días de lluvia. Un abrazo bella hada!
ResponderEliminarMente y corazón cuestan tanto de sincronizar! Cuando uno cree que el corazón ya lo tiene todo controlado que no se sobresalta, que el ritmo se mantiene estable, aparece la mente con sus recuerdos y sueños asociados y nos reenvía al pasado, al qué pudo ser...
ResponderEliminarun texto delicado y delicioso de Chantal.
Besos, parece que llegó allí al final el tiempo de volver a los paraguas y las chaquetas, estación bonita como pocas.
Miette, perdonarás que deje un poquito de lado a Maillard y me centre en lo guapísima que está la Deneuve en esta película, que no sé bien cómo calificar, porque tiene una más que inspirada música de Michael Legrand, uno de los grandes del cine, y una fotografía en tonos pastel hechizadora. Como puedes observar, me dejo llevar por los sentidos.
ResponderEliminarPerdonado Lapsus, de hecho opino como tú..La Deneuve está maravillosa, con un vestuario delicado, muy ella, y como bien dices, los colores del film son un regalo para la vista. Dejarse llevar por los sentidos es genial...
ResponderEliminarPues sí Aka, el corazón y la mente a veces no van de la mano, y me consta sin duda, lo dificil que es conciliarlos.
Besos para ti también, aquí poco a poco el otoño ha enseñado sus colores. Gracias por acercarme el otoño sueco.