El vino es semejante al hombre: Jamás se sabrá hasta qué punto es posible
estimarlo y despreciarlo, amarlo y odiarlo, ni de cuántos actos sublimes o
fechorías monstruosas es capaz. No seamos entonces más crueles con él que con
nosotros mismos y tratémoslo como nuestro igual.
El vino exalta la voluntad; el haschisch la aniquila. El vino es un apoyo
físico; el haschisch es un arma para el suicidio. El vino hace bueno y sociable;
el haschisch aísla. El uno es laborioso, por así decirlo; el otro, esencialmente
perezoso. ¿Para qué trabajar, en efecto, laborar, escribir, fabricar lo que sea,
cuando se puede obtener el paraíso de un solo golpe? En fin, el vino es para el
pueblo que trabaja y que merece beberlo. El haschisch pertenece a la categoría
de los goces solitarios; está hecho para los miserables ociosos. El vino es
útil, produce resultados fructíferos.
De Los Paraísos
ArtificialesCharles Baudelaire