Me gusta Baudelaire por muchos motivos, pero su juego de correspondencias con el mar me emociona tremendamente. Poesía y océanos, dos enormes fuerzas que el poeta fusiona para removernos por dentro. Hay épocas que necesitan a Baudelaire.
Un rumoroso puerto donde mi alma bebiera. A torrentes el ruido, el perfume, el color; Donde naos surcando el oro y el moaré, Abren inmensos brazos para estrechar la gloria. De un puro cielo, donde vibre eterno calor. Y hundiré mi cabeza sedienta de embriaguez.
En ese negro océano, donde se encierra el otro, y mi sutil espíritu que el vaivén acaricia. Os hallará otra vez, ¡oh pereza fecunda!¡Infinitos arrullos del ocio embalsamado!
(Versos de La cabellera, Baudelaire)
Cuanta razón tienes.
ResponderEliminarSiempres escribes bonito, bien seleccionado texto y fotografía.
Un beso miette
Brillando en las noches, del puerto desierto,
ResponderEliminarcomo un viejo faro, la cantina esta,
llamando a las almas que no tienen puerto
porque han olvidado las rutas del mar...
¿Recuerdas los tangos que cantaba aquél viejo minero irlandés? Siempre me traes grandes recuerdos, gracias. Parezco un jubilado. El poema… bárbaro.
Gracias a ti, mi loquito!!Gracias por el texto que me has enviado y por ser amigo eternamente. Lo próximo será tu contribución a este blog.
ResponderEliminarMadison, que bien tenerte por aquí!! Gracias por lo que me dices, me hace mucha ilusión!
besos
Besos de flores del mal.
ResponderEliminarUn bello mal.
Pero que muy bello. J, no me acostumbraré a tu brevedad!
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