Tascología y Bares!!

Mi amigo Manuel, de toda la vida, hubo un época en la que siempre estaba de bares, deambulaba por la ciudad hasta el amanecer en busca de bares baratos en los que beber. De ahí que el dijese de sí mismo que era Licenciando en Tascología y bares. Pensando en este asunto, porque yo conocí a Manuel un verano, y ya sabéis como son las asociaciones de ideas, me resultó casi imposible no asociarlo con los personajes de la Rive Gauche parisina.

El fragmento que pongo del libro ilustra perfectamente la vida de Manuel hace unos años, solo hay que cambiar una ciudad por otra.

Y cambiando de tema, qué grande Olivier!! Va el tío y nos invita a unos huevos rotos. Muy fuertote!!Desde luego este verano no está teniendo desperdicio, parecemos también de la pandilla de Debord y Bernstein, siempre en una farra continua. En fin chicos, que le voy a hacer si me da la vida...

Olivier y Lolo se nos piran de vacas, bien merecidas, no me cabe duda, les echaremos de menos mucho...aunque de momento aún nos queda este finde festivo para hacer de las nuestras. Además el Limbo trae a unos invitados de excepción: Electronikboy...
Olivier, qué flash lo del círculo hermético, en fin...lo que decía ayer, hay gente que debería salir con su psiquiatra!!

Y para ilustrar un poco la vida de estos dos personajes de la intelectualidad francesa de la famosa Rive Gauche, anteriormente mencionados, os dejo un fragmento del libro Todos los caballos del rey, escrito por Michèle Bernstein, y del que se cuenta sirvió para financiar lel movimiento de la Internacional Situacionista.

Durante esta temporada no había visto demasiado a Gilles. Cuando coincidía con él por las tardes, solía estar cansado porque se había pasado la noche andando con Carole, entre Les Halles, Maubert y Monge. No la llevaba casi nunca por Saint Germain, me parece, ni por las inmediaciones de Pigalle, y menos aún por Montparnasse, que aborrecemos;por ninguno de esos barrios de París en que la noche transcurre morosa, igual que el día, y donde se encuentra uno continuamente con las mismas personas. Sé lo aficionado que es Gilles a pasar la noche dando largas caminatas a esas horas en que un café que aún no ha cerrado se convierte en preciada escala por esas calles en que no abundan los noctámbulos. Pasadas las dos de la madrugada, la calle de Mouffetard está desierta. Hay que subir hasta Panthéon para encontrar un bar, en la calle de Cujas. La etapa seguiente cae por el Senado; después por la calle de Le Bac, a poco que se tenga el buen gusto de no entrar en eso que aún llamamos el Quartier Latin. Al llegar a este punto, intuyo a Carole contando su vida (tampoco debe de tener tanta aún). Y el día se levanta al llegar a Les Halles. Es un rito.

(Todos los caballos del rey, Michèle Bernstein)