Bueno amigos, qué experiencia es esta isla. Nos ha sorprendido gratamente su gran belleza. Al salir del pueblo ya uno aprecia que es verde y generosa en vegetación, pero conforme se va subiendo parece traslandarse a algún paraje suizo o los bosques de Alaska. Vacas en pastos tan verdes que cuesta imaginarlos, bosques frondosos y unos bellos lagos conforman el paisaje de la isla. Naturaleza en estado puro. Y lo mejor de todo, pasamos de los bosques a un microclima que nos lleva a la selva tropical. Helechos enormes, calderas de agua caliente, la herencia volcánica llena de agua y de una vegetación que abruma. La excursión de hoy ha sido una catarsis ecológica, y lo más alucinante es que no es un turismo de masas. En estos lugares naturales no hay cerca ni hoteles ni restaurantes y nada que amenace la belleza del paisaje. Un joya inesperada y de gran belleza.
El clima también sorprende, y más a los que nos hemos creído lo del anticiclón, ya que como dicen los micaelesenses, en un día tienen las cuatro estaciones, y lo alucinante es que algo de eso hay.
Magnífica descripción e imagen! Seguid disfrutando de éste paraíso, una de tantas maravillas de éste maltratado pero bellísimo planeta... Bisous!
ResponderEliminarme cabe una sandía por la boca paya ....!
ResponderEliminarPues sí amigo Refu, pensamos en ti, estas islas que quedan francamente retiradas son una joya. Lo mejor es eso, el turismo no llega en masa..y eso es algo muy bueno en estos tiempos de saturación del medioambiente.
ResponderEliminarYa te contaremos, coincidiremos en Madrid?
si, salvo desidia comatosa vital o incapacidad vital de movimiento. mua!
ResponderEliminarNo, hombre no, hay que vencer la desidia...esperamos verte aunque sea un rato breve!!
ResponderEliminar