El mar tiene el encanto de las cosas que no callan de noche, que para nuestra vida inquieta son un permiso para dormir, una promesa de que no todo será aniquilado, como la lamparilla de noche de los niños, que se sienten menos solos cuando luce. El mar no está separado del cielo como la tierra, siempre está en armonía con sus colores, se conmueve con sus matices más delicados. Centellea bajo el sol y cada atardecer parece morir con él. Y, cuando el sol ha desaparecido, el mar sigue añorándolo, conservando un poco de su luminoso recuerdo, frente a la tierra uniformemente oscura. Es el momento de sus reflejos melancólicos, y tan dulces que sentimos derretirse nuestro corazón al mirarlos. Cuando casi ha llegado la noche y el cielo está sombrío sobre la tierra ahora negra, el mar todavía reluce débilmente, no se sabe por qué misterio, por qué brillante reliquia del día enterrada bajo las olas.
El mar refresca nuestra imaginación porque no hace pensar en la vida de los hombres, sino que alegra nuestra alma porque, como ella, es aspiración infinita e impotente, impulso continuamente interrumpido por caídas, lamento eterno y dulce. Por eso nos encanta como la música, que no lleva, como el lenguaje, la huella de las cosas, que no nos dice nada de los hombres pero imita los movimientos de nuestra alma. Nuestro corazón, lanzándose con sus olas y volviendo a caer con ellas, olvida así sus propios desfallecimientos, y se consuela en armonía íntima entre su tristeza y la del mar, que confunde su destino y el de las cosas.
("El mar", Los placeres y los días, Marcel Proust)
¡Qué bien escribir así! Es como un sorbete de champagne en un día de calor.
ResponderEliminarQué bonito eso que dices. La verdad es que Proust tiene unos momentos de un lirismo sensacional. Además, a los que nos seduce el mar no podemos resistirnos a estas líneas.
ResponderEliminarEl mar llora al llegar a tierra. Cuando le siento arañar como un gato contra la playa y como un dragón contra la piedra... se que llora con lágrimas de cocodrilo, de viejo pirata el muy sinvergüenza...
ResponderEliminarBesos
Algo falló con Proust que no me han quedado ganas en releerle.Hice mal en leerme "Por la parte de Swan"?.
ResponderEliminarPero cuando te vas a Azores Paya Evans ?
Dale una oportunidad mas a Proust, creo que lo vale.
ResponderEliminarYa estoy en las Azores.
Joaquin,que bien porder leerte de nuevo, y has vuelto como tu eres, poetico e imaginativo.
besos ragazzos