La ciudad...y yo

La relación que mantenemos con las ciudades no siempre es agradable. Cogerle el pulso a una ciudad a veces es difícil porque la ciudad se convierte en algo orgánico que interactúa con nosotros. La literatura ha contribuido a idealizar algunas ciudades, a hacer que algunas ciudades sean más soñadas que reales, como el mismo Marc Augé dice.

En mis lecturas de Durrell he aprendido a amar una Alejandría que desconozco por completo, pero que gracias a él se ha convertido en un espacio para el sueño, incluso para la transgresión. Ya que es una ciudad donde se combinan los estímulos más eróticos con la decadencia más absoluta. Una Alejandría solo comparable al París de Proust o a la Venecia de Mann.

Conozco gente que se ha ido de esta ciudad, de mi ciudad, a veces no es siempre fácil, tiene un puntito hostil. Sé de otros que están pensando en irse a Barcelona, ya veremos. Lo que no puedo evitar es la sensación de tener una nostalgia de lo no sucedido, como un dolor fantasma. Siento que para algunos esta ciudad sea la espina del rosal, esa que se clavó el ruiseñor del cuento de Wilde, esa misma que le desangró, provocándome una gran tristeza.

La ciudad existe por el ámbito imaginario suscitado por ella y que retorna a ella, ese ámbito alimentado por la ciudad y del cual ella se nutre, al cual da nacimiento y que la hace renacer a cada instante. Y la evolución de este ámbito imaginario nos interesa porque atañe, por un lado a la ciudad (sus permanencias y cambios) y por otro lado a nuestra relación que también se mueve y cambia, así como se mueve la ciudad, y más ampliamente la sociedad. De manera que interrogarse sobre la ciudad imaginaria significa al fin de cuentas plantearse la doble cuestión de la existencia de la ciudad y de la existencia de lo imaginario en el momento en el que la urdimbre urbana se extiende, en que la organización del espacio social se modifica y en que las imágenes, las mismas imágenes, se difunden por toda la tierra. (.....)

¿Podemos todavía, en rigor de verdad, imaginar la ciudad en la que vivimos y hacer de ella el soporte de nuestros sueños y nuestras expectativas?

(El viaje imposible, Marc Augé)