En un gabinete de hombres solitarios, es decir, en la sala de fumar de un elegante garito, cuatro hombres fumaban y bebían. No eran necesariamente jóvenes ni ancianos, guapos ni feos;pero, ancianos o jóvenes mostraban esa distinción no despreciable de los veteranos del goce, ese indescriptible no sé qué, esa melancolía fría y burlona que dice claramente: "Hemos vivido con vehemencia y buscamos algo que pudiéramos querer y estimar".
Uno de ellos desvió la conversación hacia tema el de la mujeres. Más filosófico hubiera sido no decir nada de eso; pero hay personas de ingenio que, después de haber bebido, no desestiman las conversaciones insustanciales. Oyen al que habla como se oiría música bailable.
-Todos los hombres-decía aquel-han pasado por la edad del Querubín. Es la época en que, a falta de dríadas, se da un abrazo sin repugnancia el tronco de una encina. Es el primer escalón del amor. En el segundo escalón se empieza a elegir. Estar en disposición de discutir ya es decadencia. Entonces se busca firmemente la belleza. Yo, señores, me jacto de haber llegado hace mucho tiempo a la época climatérica del tercer escalón, en que la misma belleza no es suficiente si no la aderezan perfumes, adornos, etc. Hasta confesaré que algunas veces, como a felicidad desconocida, aspiro a cierto escalón que ha de señalar calma total.
(Pequeños poemas en prosa, Charles Baudelaire)
Los veteranos del goce... El final de la disertación sobre las mujeres le sale un tanto budista a Baudelaire. Buscar la calma... ¿Quizá se refiera a preferir la soltería? ¿O a relacionarse sólo con mujeres sin compromiso?
ResponderEliminarSin duda puede tener razón con lo de calma total, es la segunda parte de tormenta perfecta.
ResponderEliminarYa sabes un hombre, su barco, el viento... la épica.
¿No te suena machista? Tiene como un algo cuando le hincas el diente.
Besos de por fin.