Se sentó en la mesa del rincón, justo la más escondida. Tenía un aire reflexivo, casi profundo, diría yo. Llevaba una bolsa del salón gourmet de unos grandes almaneces que agarraba con fuerza, quién sabe, quizá para no olvidarla, quizá por costumbre. La atmósfera del café combinaba extrañamente bien con su actitud. Una atmósfera brumosa con perfume de cigarrettte configuraba un atrezzo de poema francés. Ni siquiera el alboroto y las risas llamaban su atención. Concentrada en su bebida que aún humeaba, miraba el contenido de la taza como si mirase una bola de cristal, con la misma atención, como si pudiese ver más allá de la realidad.
Mientras yo, igualmente embebido, pero por mirarla, sentía mi yo diluirse en ese bruma mágica que se intensificaba a causa de su presencia. En ese instante sentí que la amaba, que sus ojos perfumados de renuncia eran una necesidad, que mi vida era otra, y en mi silencio, entre las risas, rezaba para que no se marchase todavía. Nunca creí que me dirigiría la palabra, pero ese día, al marcharse, me hizo una inquietante afirmación.
-Narciso come cuchillas de afeitar- lo he visto.
No supe que responder. Salió del café mirando al suelo, como si el suelo formase parte de esa sentencia, de su pensamientos. Quizá Narciso, al igual que yo, vió su miedo reflejado en la fina lámina plateada. Pero no pude decir nada.
(by Miette)
Inquietante y misterioso, miette. Te superas.
ResponderEliminarMe ha recordado un café y un recuerdo de Dora Maar pasando un cuchillo entre sus dedos. La mujer de tu relato tiene sin duda algo de Dora.
Vaya, no lo habia pensado Ernest, mi mente debe trabajar a nivel incosnciente. A pesar de la casi intertextualidad, me alegra que te haya gustado.
ResponderEliminarGracias por leerme.
Narciso tiene mucho peligro...
ResponderEliminarCreo que esto que escribes , además de bonito, es Miette en estado puro ! ;)
ResponderEliminarBien visto, Refusenik
ResponderEliminarGracias chicos!! Y sí, creo que es muy mi estilo..
ResponderEliminarbesos mil niños
Las dos entradas navegan en mi corazón...
ResponderEliminarBesos
¿Cuánto pesa la vida?
ResponderEliminarUna vez que he detenido con alevosía los relojes vuelvo de puntillas a buscarte, la levedad de tus palabras sostiene elástico el presente.
Qué facil es ser pluma fugaz a tu lado.
Besos
Jota, qué bien, vuelves a estar aquí...Te he echado de menos...no te ausentes demasiado!! Déjame siempre tu poesía, los días son mejores con la presencia de tus palabras.
ResponderEliminarbesos apalabrados.