Ay cómo me gustan las películas románticas!! Como ya he dicho muchas veces ya, no tengo remedio. Sé que corro el riesgo de empacharme pero no me resisto a la dulce mermelada de algunos films.
Y para dar la bienvenida a este nuevo mes os dejo un fragmento del poema de Paul Claudel, llamado como el mes que nos ocupa: Octubre. Nada mejor que saludar a la naturaleza, a fin de cuentas, ella marca nuestros ciclos, nuestro ritmo. Un buen mes para enamorarse.
Fue en el momento de salir de los graves olivos, al ver abrirse ante mí la llanura radiante hasta los límites de la montaña, cuando la palabra inicial me vino a la mente. ¡Ah, últimos frutos de una estación maldita! En este ocaso del día, madurez suprema del año irrevocable. Se acabó.
Y para dar la bienvenida a este nuevo mes os dejo un fragmento del poema de Paul Claudel, llamado como el mes que nos ocupa: Octubre. Nada mejor que saludar a la naturaleza, a fin de cuentas, ella marca nuestros ciclos, nuestro ritmo. Un buen mes para enamorarse.
Aunque una bruma fúnebre lo entierre, aunque la amplia serenidad del cielo lo eclipse, no por ello deja de estar el año más cerca del solsticio fatal. No me engañan ni este sol ni la opulencia del lugar a lo lejos; hay un no sé qué de excesiva quietud, un sosiego tal que el despertar queda excluido. El grillo detiene su canto apenas comenzado, por temor a destacar en medio de la plenitud que es únicamente carencia del derecho a hablar, y parece que sólo en la solemne seguridad de estos campos de oro estuviera permitido entrar descalzo. No, lo que queda detrás de mí en el inmenso campo segado no arroja ya la misma luz, y tanto si el camino me conduce entre la mies, como si doblo la esquina de una alberca, o si descubro un pueblo, alejándome del sol, vuelvo mi rostro hacia esta luna ancha y pálida que se ve durante el día.
Fue en el momento de salir de los graves olivos, al ver abrirse ante mí la llanura radiante hasta los límites de la montaña, cuando la palabra inicial me vino a la mente. ¡Ah, últimos frutos de una estación maldita! En este ocaso del día, madurez suprema del año irrevocable. Se acabó.
(Octubre, Paul Claudel)
AAAAAAAAAAhhhhhh (boca abierta****)
ResponderEliminarpreciosa entrada sin desperdicio, redonda con esa luna ancha y pálida que se ve durante el día, mes de octubre cercano a las caricias y los paráguas de Chesburgo? la palabra parapluies es más bella que nuestro paráguas, pero es más bellas lluvia que pluies, y rara... al pronunciarla llenas los abismos en un singular de nube.
Besos amorosos de Otoño.
Gracias Jotita...te mando los mismos besos otoñales. No sé por tu linda ciudad, pero en la mía el otoño ha asomado su patita dorada. Es romántico el otoño, ¿verdad? Esa gama maravillosa de marrones, verdes..un espectáculo natural, aunque que gusto nostálgico.
ResponderEliminarParapluies...es cierto, bonita palabra sin duda, el para-lluvias.
Por aquí también Hada las hojas enamoradas de los peces se vuelven doradas y babean como si de tortugas se tratarán ajustando los tornillos que perdemos en las mañanas frías de tiritados sueños cuando buscamos la realidad entre la niebla de otro otoño.
ResponderEliminarPezoja.
Las Hadas sacan su piel otoñal, muta con las estaciones, como los reptiles en carnaval. Espero ansiosa la luna llena que marca el pasar del tiempo. Tiempo que avanza hacia el olvido y también hacia lo nuevo. En ese eterno discurrir...
ResponderEliminarHoy me pondré una estola hecha de sueños!
La proximidad del "solsticio fatal"... Y "Octobre", de Claudel... El otoño me hace pensar en Apollinaire, "soumis au Chef du Signe de l'Automne", y en su "Vendémiaire":
ResponderEliminarHommes de l'avenir souvenez-vous de moi
Je vivais à l'époque où finissaient les rois
Tour à tour ils mouraient silencieux et tristes
Et trois fois courageux devenaient trismégistes
Que Paris était beau à la fin de septembre
Chaque nuit devenait une vigne où les pampres
Répandaient leur clarté sur la ville et là-haut
Astres mûrs becquetés par les ivres oiseaux
De ma gloire attendaient la vendange de l'aube
Un soir passant le long des quais déserts et sombres
En rentrant à Auteuil j'entendis une voix
Qui chantait gravement se taisant quelquefois
Pour que parvînt aussi sur les bords de la Seine
La plainte d'autres voix limpides et lointaines
Et j'écoutai longtemps tous ces chants et ces cris
Qu'éveillait dans la nuit la chanson de Paris
J'ai soif villes de France et d'Europe et du monde
Venez toutes couler dans ma gorge profonde
Je vis alors que déjà ivre dans la vigne Paris
Vendangeait le raisin le plus doux de la terre
Ces grains miraculeux qui aux treuilles chantèrent
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