Me estoy dando cuenta de que olvido, de que no tengo más remedio que olvidar lo principal:la presencia del mar, su ritmo incesante, el sol. Tampoco puedo recordar los cuatros tilos del patio de un internado de provincias, y su aroma. Y la sonrisa de mi padre en el andén de la estación, dos años antes, cuando salí del colegio: una sonrisa incómoda porque yo llevaba trenzas y un horrible vestidito negro. Y en el coche, la explosión súbita y triunfante de alegría, porque yo tenía sus mismos ojos, su misma boca y porque iba a ser su más querido y más maravilloso juguete. Él iba a enseñarme París, el lujo de la vida fácil.
(Buenos días, tristeza, Françoise Sagan)
Bello... muy bello.
ResponderEliminarComo un buenos días princesa...
Besos
Buenas tarde J. Buen vermú y buena comida.
ResponderEliminarHa quedado un poco prosaico, pero ya sabes que siempre guardo un poco de poesía para ti.
besos