Rodeado de chicos con tricotas y muchachas deliciosamente mugrientas bajo el vapor de los cafés crèmes de Saint-Germain-des-Prés que leen a Durrell, à Beauvoir, à Duras, à Douassot, à Queneau, à Sarraute, estoy yo un argentino afrancesado (horror horror), ya fuera de la moda adolescente, del cool, con en las manos anacrónicamente Etes-vous fous? de René Crevel, con en la memoria todo el surrealismo, con en la pelvis el signo de Antonin Artaud, con en las orejas Ionisations de Edgar Varese, con en los ojos Picasso (pero parece que soy un Mondrian, me lo han dicho).
-Tu sèmes des syllabes pour récolter des étoiles-me toma el pelo Crevel.
........
-Ah-dijo Oliveira-Así que yo soy un Mondrian.
-Sí, Horacio.
-Querés decir un espíritu lleno de rigor.
-Yo digo un Mondrian.
-¿Y no se te ha ocurrido sospechar que detrás de ese Mondrian puede empezar una realidad Vieira da Silva?
-¿Y no se te ha ocurrido sospechar que detrás de ese Mondrian puede empezar una realidad Vieira da Silva?
-Oh, sí-dijo la Maga- Pero vos hasta ahora no te has salido de la realidad Mondrian. Tenés miedo, querés estar seguro. No sé de qué...Sos como un médico, no como un poeta.
-Dejemos a los poetas-dijo Oliveira- Y no lo hagás quedar mal a Mondrian con la comparación.
(Rayuela, Julio Cortázar)
Jajajaja genial, el maestro.
ResponderEliminarGracias por tus ojos.
Gracias a ti, eres un encanto J. Cortazar siempre nos da grandes momentos.
ResponderEliminarbeso enorme