Las tazas de casa de mi abuela. Pequeñas, y de cristal trasparente y grueso. Yo las miraba con auténtica devoción, y pasaban a convertirse en recipientes mágicos. Sentaba a las muñecas a tomar el té, bajo la desaprobación de mi abuela, cuya cocina era el paraíso de las niñas con vocación de soñadoras. Recuerdo el mueble de la cocina que dejaba ver todos los cacharros a simple vista, y como mi corazón palpitaba por la emoción de pensar en las mil ideas que se me ocurrían para mi y para mis muñecas.
La cama turca y los muebles blancos, y sobre todo, una casa de madera donde se colocaban pequeños adornos que solían salir en el roscón. Esa casita colgada en la pared era mi auténtica obsesión, pues mi abuela jamás me dejaba jugar con ella. Siempre me decía que me la daría cuando fuese mayor, como si fuese a tener el mismo sentido años después. Pero,¿qué iba a saber ella de cómo una niña dejaba volar su imaginación ante tal objeto? Lo que debería saber a su edad es que el deseo no dura siempre. Y yo lo viví desde el mayor de los extrañamientos. Ser mayor para un niño es un dato tan incierto....
El gato de la señora Concha, que ante su inmovilidad, yo decidí pisarle en rabo numerosas veces hasta que el gato se movió, pero para arañarme y defenderse de la pequeña impertinente que le acosaba en su pausada siesta. Depilar a las muñecas con pegamento, hacerles cortes de pelo imposibles y desconyuntarlas formaban parte del día a día. El artista Hans Bellmer hubiera estado más que orgulloso de mis creaciones convertidas en material terrorífico, todo ello dotado de nihilismo infantil. Una pequeña revolucionaria de las artes plásticas.
Ese es el mundo que a veces echo de menos. Poder mirar la realidad de otra forma. Convertir cualquier cosa en juguete y empezar a jugar, y que las horas se pasen sin ser conscientes del mundo, sólo jugar.
Hermosa evocación. Realmente un pesar que "olvidemos" jugar en el sentido más mágico y maravilloso.
ResponderEliminarEres un regalo, pequeña miette. Me encanta leerte e imaginar la (gran) niña que eras, desde luego, a la altura de la (grandísima) mujer que eres.
ResponderEliminarEn un día lleno de trabajo agotador es gratificante llegar a casa, leerte y sonreir.
Un besote!
Gracias por sacar un rato para estar conmigo, tanto física como virtualmente. Lo gratificante de verdad es contar contigo. No dejes de hacerlo nunca.
ResponderEliminarbesos Monalinka
Joe, tienes razón, no hay que olvidar jugar.
Me vas a vaciar de olvido...
ResponderEliminarLo que más me duele de estas entradas Hada, no es el tiempo en sus imposturas si no en que estas bellas letras tuyas llenas de una magia perdida queden en la banalidad perdidas sin otra transcendencia que nuestros ojos deslumbrados.
A veces me dan miedo tus entradas, como si algo pensado de pronto queda plasmado en tu blog por ti. Yo tuve una señora Concha en mi vida, era hija de Roque, y ella siempre fue para todos Concha la de Roque, su cocina como la tuya era un lugar mágico lleno de dulces y alacenas en penumbra que transformaban en aventura cada uno de mis pasos. El mundo visto desde una carrera de caracoles que ya te explicaré en otro momento y la semilla sembrada y mil veces rondada no levantaron mis alas mas que de impaciencia... bendita paciencia de la horas que nos vivieron.
Es genial jugar contigo, acaso crees Hada que esto no es jugar... jajaja
Nihilistas jajaja
Te quiero.
Hada me acabo de acordar me dejastes un mensaje con el tema de Favila te contesté a tu email personal, si deseas tener alguno ejemplares dime una dirección de correo cualquiera y te los envío. Besos
ResponderEliminarGracias J. Por todo, contigo siempre me quedo sin palabras. Seguiremos jugando, y me tienes que contar todo, lo de los caracoles y mucho más...
ResponderEliminarYo también te quiero.
Ya esta, te envie el correo para que me llegue por fin la revista, seguro que es estupenda, que ganas de leerte por fin...
ResponderEliminarYa sabes que en mi, y en el amigo Refu, tienes dos fans incondicionales.
GRACIASSSSSS