La memoria debería tener unos espejuelos suplementarios capaces de sobreponer, con capa tras capa de piel, los rostros anteriores al rostro actual, hasta desvelar el rostro final de la muerte. Asimismo, este proceso debería ordenarse retrospectivamente, hasta mostrar, a su vez, el primer perfil, el de la juventud añorada, junto con el sentimiento irrenunciable de que fuimos jóvenes y por serlo fuimos felices, fuertes, atractivos, singulares...
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-Déjame decirte que tu amor yo lo preví. Ya lo traía dentro de mí desde siempre.
Se detuvo a mirarle a los ojos.
-¿Cómo renunciar a lo que ya existía antes de siquiera verte?¿Admitiendo que sólo podía perdurar al perderte?
Se detuvo al borde de lo que más detestaba. Self-pity. Autocompasión. Quizás ella pensaría lo mismo que él callaba...Dañado por amor a la mujer equivocada y no poder evitar....
-Quererla...
-¿Qué?
-Mira el mar-señalo él- ¿No ves pasar a unas monjas nadando vestidas?
Al fin ella rió.
-Siempre me divertiste, Manuel.
-Perdí la brújula. Sin ti, tuve que reorientar mi vida entera.
(Los novios, Carlos Fuentes)
La añoranza de la juventud, de la pasión, de la inmortalidad (nos creemos inmortales, ¿verdad?) De todas formas no permitamos que esos recuerdos nos anclen en el pasado, el presente tiene mucho por lo que vivir.
ResponderEliminarSin duda Joe, el presente es la eternidad. Será que eñ ser humano es nostálgico por naturaleza?
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