Anoche acudimos a uno de esos saraos que de vez en cuando hay en la ciudad, y como todo buen sarao incluía un piscolabis. La verdad, como ya nos dijo el amigo Olivier no estuvo nada mal, más bebida que comida, pero lo que alcanzamos a comer no defraudó. Por lo demás sin novedades, famosillos de la ciudad, gente figurando y luego copas gratis, no está mal para un lunes.
Pensando y revisando los grandes textos de cabecera he ido a parar con el poema en prosa El Pastel, del genial Baudelaire. Allí pone de manifiesto el disfrute de estos pequeños momentos, y que sin duda, tiene buen continuador en el amigo Philippe Delerm y su libro La première gorgée de bière...
Viajaba. El paisaje en medio del cual me había situado tenía grandeza y nobleza irresistibles. Algo de ellas se transmitió sin duda en aquel instante a mi alma. Revoloteaban mis pensamientos con ligereza igual a la de la atmósfera; las pasiones vulgares, como el odio y el amor profano, aparecíanseme ya tan remotas como las nubes que desfilaban por el fondo de los abismos, a mis pies; mi alma parecíanme tan vasta y pura como la cúpula del cielo que me rodeaba; el recuerdo de las cosas terrenales no llegaba a mi corazón sino debilitado y disminuido, como el sonido de la esquila de los rebaños imperceptibles que pasan lejos, muy lejos, por la vertiente de otra montaña.
(Pequeños Poemas en prosa, Baudelaire)
Y para martes, más delicias gastronómicas. La verdad es que pasar hambre en esta ciudad es practicamente imposible (¿cuando tendré la fuerza de voluntad...?
ResponderEliminarPoco a poco, desengancharse de los vicios cuesta lo suyo...mientras disfruta!!
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