ordinario y sonriéndole, yo aspiraba el cálido perfume estival
de su ropa y su piel, perfume que se llamaba, no sé por qué, Jamais
de la vie. Esos momentos son los que colman al escritor, no al enamorado,
y perduran para siempre.
Podemos evocarlos cuantas veces queramos o utililizarlos como
fundamento para construir esa parte de la vida que es la tarea de escribir.
Se los puede corromper con palabras, pero no destruir. (...)
Viéndola no podía dejar de pensar en esa raza de reinas terribles
que dejan tras de sí el olor amoniacal de sus amores incestuosos
como un nube flotando sobre el subconsciente de Alejandría.
(Justine, Lawrence Durrell)
me permito pegar una joya, me lo sé de memoria porque me ayuda a pasar los días. Miguel labordeta dixit
ResponderEliminarEscucha joven poeta inadvertido
escribe para todos
es decir para nadie
no lo olvides
del pueblo vienes
y el pueblo es tu raíz
en consecuencia
no hagas caso del pueblo
vuelve sagrado cuanto toques
natural
cuanto toques sagrado
vuélvelo natural
es decir
haz lo que te dé la gana
quema estas advertencias por favor
es mi consejo póstumo.
Regalo de Olivier
Que chulo Olivier, gracias!!
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