Es mi relato favorito de Truman Capote.
Ejerce una fascinación en mí que me deja sin respiración.
Las bailarinas eran dos chicas negras, se movían con destreza,
suavemente se mecían como amantes, pisaban al ritmo, desviaban
los ojos a uno y otro lado, unos ojos serios, salvajes, sus músculos afinados
con el ulular de un clarinete, con la creciente arenga de un tambor.
Vincent paseó la mirada por el público, y cuando sus ojos se encontaron
sintió un fuerte escalofrio: algo de la violencia de la danza
se reflejaba en la cara de la muchacha. (...)
La estrechó, le acarició el pelo, y dijo, con un enorme deseo
de sonar convincente:
-Porque te quiero.
Ella cerró los ojos:
-¿Qué ha sido de ellas?
- ¿De quiénes?
-Las otras a las que les dijiste lo mismo.(...)
-Sólo hubo una- dijo, y a sus oídos esto sonó auténtico-Sólo una y está muerta.
¡¡qué bueno!!
ResponderEliminar(ya había leído ésta y otras entradas antiguas en tu blog, discretamente, pero como no tienes abuela te dejo un comentario y celebro tu buen gusto)