Explorador del yo inescrutable, me paseo en palanquín; los pájaros azules son mis amigos, los anillos de mis dedos mi alimento.
Tengo el presente por compañero, y por guía las horas distantes...Mi mujer es la tercera maravilla de un harén en forma de estrella.
A los que me conducen se los llama olvido, cantan una canción del color del agua, que penetra en mi corazón ávido por una sensitiva puerta de oro.
Mis perros, Caricia y Mentira, no se apartan de mi lado; llevo una echarpe rosada resto de amores incestuosos. Y emprendo el camino fácil, igual que todos los caminos, que abandonan los once dolores y se aproxima al Fin.
("Oasis", Thalassa dans le désert, Francis Picabia)
"cantan una canción del color del agua." Los once dolores... resucitó? Un texto muy introspectivo. Un abrazo bella hada!!
ResponderEliminarMe ha encantado el texto Miette, me lo guardo para mi biblioteca particular. Un abrazo con aroma de nieve, espero que los aires siberianos que cruzan Europa no sean muy severos por allí.
ResponderEliminarDespués de un viaje imprevisto como la muerte misma, heme aquí aplaudiendo con una mano el conocimiento rudo de los pensamientos al vuelo.
ResponderEliminarAbrazos
Gracias chicos, con vosotros es un placer hacer esre blog.
ResponderEliminarSin duda un texto diferente, un universo particular. Picabia es de esos artistas cuyo mundo interior debía de ser muy interesante, sus cuadros y algunos de sus textos así lo demuestran. Y con tal profudidad, necesita de un público atento y exigente como vosotros.
Y sí, mi querido Aka, aquí el viento siberiano está azotando sin piedad. Recojo esos besos con sabor a nieve..
besos
miette
Me gusta el texto, Miette. Me encanta leer tu blog.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Blanca, a mi también me gusta leerte. Nos vemos mañana.
ResponderEliminarMiette