viernes, 13 de noviembre de 2009

Todo se acaba menos París...

Si hubo un artista que representó la pura esencia de la bohemia parisina ese fue Modigliani y su pareja la joven pintora Jeanne Hébuterne. Retratada en los cuadros del artista con un halo lánguido que parecía presagiar su triste final. Se suicidó lanzándose al vacío desde la ventana de un edificio situado en el 8 de la calle Amyot.
Dirección donde sucede el cuento La cena de Augusto. Todos estos detalles los cuenta con una gracia tremenda Vila-Matas en el libro París no se acaba nunca. Definitivamente lo de este hombre es la ironía.
No sólo existían la calle y la casa sino que estaban cerca de mi hotel. Por callejuelas estrechas, ayudado por un mapa de la ciudad, acabé plantándome en esa calle muy breve con sólidos edificios antiguos y que no debe de haber cambiado mucho en los últimos ochenta y dos años. Miré desde la calle hacia la ventana de Jeanne en la quinta planta, la miré desde el lugar, posiblemente exacto, donde cayera su cuerpo suicida, y me pareció que toda mi juventud y todo mi verano cabían en ese momento de vida y muerte, cabían en esa rue Amyot de París, ciudad cargada de placas recordatorias, pero que no ha colocado placa alguna en el sitio donde se quitó la vida Jeanne. Nada en la rue Amyot recuerda hoy la tragedia que hace ochenta y dos años tuvo lugar allí. Ni siquiera ramos de flores de algún cultivador secreto de la leyenda de ella, ni un triste graffiti en la pared. Nada. Y es que parece obvio que no se la considera una artista demasiado importante, aun cuando su muerte fue posiblemente más artística que la obra entera de Modigliani. Y, además, se suicidó y los suicidas, ya se sabe, no tienen placas, no se celebran ni conmemoran.
Justo enfrente del inmueble del número 8 de la rue Amyot donde ella, en trágico y gimnástico dibujo en el aire, se lanzó al vacío, han instalado un limpio y alegre gimnasio para la burguesía del barrio, seguramente partidaria del deporte y la familia y no muy aficionada al arte, la bohemia o la muerte por pirueta propia. Tal vez los gimnastas se han instalado ahí a propósito. Como esos enemigos del tabaco que se plantan con mirada de reprobación moral frente al primer pobre suicida que ven fumando.
(París nunca se acaba, Vila-Matas)

3 comentarios:

  1. Todo se acaba menos los cuellos infinitos de las mujeres de Modigliani...

    ResponderEliminar
  2. Igual los gimnastas se entrenan para caer de pie cuando salten desde una ventana. Algo muy valorado en los ejercicios gimnásticos

    ResponderEliminar
  3. Sería tremendo, cual gato ágil...En cualquier caso qué buena cosa es saber caer de pie..

    ResponderEliminar

La Fée aux Miettes

Mi foto
Zaragoza, España
Adoro a Colette, L.Durrell, Baudelaire, R.Queneau, Boris Vian, Joyce Mansour. Los escritores y diseñadores japoneses. El cine de J.L.Godard y de Wong Kar Wai. Le Quartier Le Marais à Paris. Anna Karina. Las fotos de Mª Angeles Cuartero. Angel Schelesser y más...