En la noche están naturalmente las siete maravillas del mundo y la grandeza y lo trágico y el encanto. Estás tú. (...) En la noche pasan los trenes y los barcos y el espejismo de los países donde es de día. Los últimos alientos del crepúsculo y los primeros estremecimientos del alba. Estás tú.
Un aire de piano, el estallido de una voz. Un portazo. Un reloj. Y no solamente los seres y las cosas y los ruidos materiales. Sino también yo que me persigo o sin cesar me adelanto. Estás tú la inmolada, tú la que espero.(...)
Estás tú sin duda a quien no conozco, a quien conozco al contrario. Pero que, presente en mis sueños, te obstinas en dejarte adivinar en ellos sin aparecer. Tú que permaneces inasible en la realidad y en el sueño. Tú que me perteneces por mi voluntad de poseerte en ilusión pero que no acercas tu rostro sino cuando mis ojos se cierran tanto al sueño como a la realidad. Tú que en despecho de una retórica fácil donde la ola muere en la playa, donde la corneja vuela entre las fábricas en ruinas, donde la madera se pudre crujiendo bajo un sol de plomo. Tú que estás en la base de mis sueños y que sacudes mi alma llena de metamorfosis y que me dejas tu guante cuando beso tu mano.
(Robert Desnos, Los espacios del sueño)
Qué maravilla de texto, en lo onírico blanden sus armas las letras.
ResponderEliminarBesos despiadados. Gracias.
Gracias Jota, como siempre, animas este blog, animas mi alma...te quierooooo...
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