Qué maravilla eso de ver brillar el sol. Ya apetecía destaparse un poco y tomarse algo en una terracita, parece que el buen tiempo nos va a acompañar estos días. El solecito me ha hecho pensar en el Cuarteto de Alejandría y su evocación del calor, de lo exótico, con una descripciones deliciosas e intensas. Una maravilla para releer estos días festivos que se acercan.
En la melancolía de aquel rostro sonriente no había piedad hacia sí misma. Melissa hizo un pequeño ademán, como señalando un mundo, agregó:
-Mira.
Las andrajosas voluntades y ansias de los clientes del Étoile, vestidas en forma corpórea, se extendían alrededor, en aquel sótano sin aire. Comprendió y se sintió con ganas de disculparse por no haberla tratado nunca en serio. Estaba furioso por su propia complacencia. De golpe oprimió su mejilla contra la de ella, afectuosamente, como un hermano. Ella era completamente natural.
Una barrera humana se disolvió de pronto y descubrieron que podían hablarse francamente.
..........
Y Melissa asintiendo con tanta gravedad y simpatía, empezaba a parecer más importante:porque allí había un hombre que al fin le confiaba cosas que no podía entender, tesoros de ese misterioso mundo masculino que siempre oscilaba entre estúpido sentimentalismo y brutal violencia.
(Mountolive, L. Durrell)
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