El sueño no está a nuestra merced. Es un pez ciego que emerge de las profundidades, un pájaro que se abate sobre nosotros. Sentía como el pez nadaba en círculos, fuera de su alcance. El pájaro plegaba sus alas, se posaba al borde del insomnio, giraba la cabeza, se alisaba las plumas, correteaba, pero no entraba. Jacques contenía su respiración de pajarero. Finalmente, el pájaro tomaba impulso, huía, y Jacques permanecía solo ante lo imposible. Imposible. Era imposible. A causa de esa velocidad heredada del corazón de Germaine, Jacques no podía distinguir ninguna transición. No había tardado ni un segundo en ver alejarse un rostro a kilómetros de distancia. En sentir difusa una mano que ayer buscaba aún la suya. En cruzar su mirada con unos ojos, que, habían dejado de ser tiernos para tornarse inquisitivos.
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Nosotros los soñadores...la raza humana, somos todos pajareros a los que siempre se les escapa la presa. Y por la mañana, en el mejor de los casos, en nuestra red sólo quedan algunas plumas sueltas del pájaro que fue.
ResponderEliminarSí Ernest, somos los pajareros, y estamos en extinción!
ResponderEliminarSsssshhhhh no respires no respires si quiera... viveeeee de tus alas, sin artificio no posible, sé el pájaro que te piensa...
ResponderEliminarno respires no respires bésame
Qué bonito..Jota...respiraré por tus palabras.
ResponderEliminarMiette