Lo que algunos querían hacerte creer es que Duchamp demostró que cualquier cosa puede convertirse en arte, que en el objet d'art no hay nada especial, nada que lo convierta en lo que es, que lo único que importa es que estemos dispuestos a aceptarlo como arte. Decir "esto es una obra de arte" es una oración performativa extraña, como cuando el rey ordena al caballero o el juez declara a una pareja marido y mujer. Pero si resulta que el certificado de matrimonio no estaba correctamente cumplimentado, la declaración se revoca y diremos: "Supongo que, después de todo, ya no sois marido y mujer". Aunque lo expulsemos del museo, sin embargo, lo que ha sido aceptado como arte seguirá siendo arte, un arte desechado, un arte rechazado, un arte malo, un arte incomprendido, un arte oprimido, un arte provocador, un arte perdido, un arte muerto, un arte adelantado a su tiempo, un arte sin arte, pero arte, a find de cuentas.
(X, Perceval Everett)
Estarán los académicos que en teoría explicarán lo que es el arte; estarán los críticos que en teoría valorarán esos objetos específicos en términos de estética y de otros metalenguajes, finalmente estarán los artistas, que sin mediar teoría, harán de una cierta realidad material una otra realidad sensual e intelectual. ¿El público? Pueden serlo académicos, críticos, otros artistas y demás seres humanos atraídos por esa extraña / singular realidad que han dado en llamar arte.
ResponderEliminarAbrazos, querida amiga
Bonito comentario sobre el arte, amigo, explicado como en una especie de "mise en abîme" despliegas lo que para cada uno es una realidad sobre la valoración del arte. Orginal y siempre certero.
ResponderEliminarBesos