Un mar de saliva embriaga mi cuerpo, entretiene el recuerdo. Un fondo, sin fondo extraordinario como un astro. Etéreo como el embeleso, llena tu boca sobre la sierva de Venus. Como un séquito del averno, invádeme, envuélveme en deseo sobre un lecho convulso.
¿Quién podría estar sordo y ciego, ante un llamado así?
ResponderEliminar¿Quién se resistiría ante tal imperativo?
Saludos, querida amiga
No hay que resistirse al placer. De nada sirve. No hay voluntad en algunos menesteres..
ResponderEliminarGracias, amigo.
Un beso