Es increíble ver como en los últimos tiempos han ganado terreno los cócteles, la coctelería en general. La última vez que estuve en Barcelona me di cuenta de que se llevaba otra vez este estilo tan personal de salir, aunque estar en uno de estos establecimientos es mucho más que salir de copas, es sin duda un estilo de vida, y más desde que la famosa serie Sex and the city ha convertido en un clásico el ochentero cosmopolitan. Desde entonces todos y todas lo asociamos a un estilo de vida glamuroso y despreocupado.
En las coctelerías clásicas de toda la vida como las que aún se encuentran en Madrid y Barcelona, el camarero te recibe en la entrada y te acomoda en la mesa, eso sí, previamente reservada. Una vez instalados te ofrecen la carta, donde varias columnas de opciones hacen complicada la elección, al menos para mí, que ante tanta expectativa me pierdo. ¿No sabría explicar por qué para mí se hacen tan especiales estas bebidas?.
En París me sorprendí aún más de la popularidad de la que gozan los cócteles, sobre todo los mojitos y caipiriñas, no hay restaurante o bar más o menos animado que no ofreciese la posibilidad de degustar tan creativas bebidas. No en vano, en esta ciudad han existido algunas de las coctelerías más famosas de la historia, como el Harry’s New York Bar.
La mayoría de los cócteles tienen una pequeña historia sobre su invención como el Bloody Mary, creado por Fernand Petiot en 1920 en la coctelería parisina antes mencionada. El nombre surgió como sugerencia de un compañero de Petiot, el cual le dijo que le recordaba al “Bucket of Bloody Club” y a una chica llamada María. Esto trae consigo otra leyenda, Maria Tudor, hija de Enrique VIII, realizó una persecución a todos aquellos que no profesaran la religión de su padre, por eso se ganó el apodo de Bloody Mary (María Sangrienta).
Sin duda el cine ha ayudado a la hora de difundir los cócteles, no hace mucho, volviendo a ver la película Misión imposible 2 nombraban el bellini, un cóctel refrescante y quizá un poco más desconocido, y que debe su nombre al pintor veneciano Giovanni Bellini. Como veis, todo un mundo de creatividad y de historia, un mundo que además se recicla a cada instante, en cada bar.
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