
Estos tesoros, estos muebles, esa opulencia, este orden, estos perfumes, estas flores milagrosas son tú. Son tú también estos grandes ríos, estos canales tranquilos. Los enormes navíos que arrastran, cargados todos de riquezas, de los que salen los monótonos cantos de la maniobra, son mis pensamientos, que duermen o ruedan sobre tu pecho. Tú los conduces tiernamente hacia el mar, que es lo infinito, mientras reflejas las profundidades del cielo en la pureza de tu alma hermosa; y cuando, vencidos por la marejada y cansados de los productos de Oriente, regresan al puerto natal, son también mis ideas, que regresan enriquecidas de lo infinito hacia ti.
(Pequeños Poemas en prosa, Baudelaire)