Estoy desnudo ante el agua inmóvil. He dejado mi ropa en el
silencio de las últimas ramas.
Esto era el destino:
llegar al borde y tener miedo de la quietud del agua.
Vigilaba la serenidad
adherida a las sombras, los círculos donde se depositan flores abrasadas, la
inclinación de los sarmientos.
Algunas tardes, su mano incomprensible nos conducía al lugar sin nombre, a la melancolía de las herramientas abandonadas.
Algunas tardes, su mano incomprensible nos conducía al lugar sin nombre, a la melancolía de las herramientas abandonadas.
Nunca había leído nada suyo y esto me ha parecido maravilloso. Siempre he tenido miedo de esa quietud, de ese silencio del no-movimiento.
ResponderEliminarUn abrazo!
Da vértigo, cuanta melancolía, me encanta esta quietud otoñal. Un abrazo bella hada!
ResponderEliminarEl agua inmóvil, ¿el tiempo puro de la vida? El lugar sin nombre: ¿el fondo obscuro de la desmemoria? En fin... poesía.
ResponderEliminarAbrazos
el lugar más bello de todos
ResponderEliminarQue melancolía y belleza =)
ResponderEliminarGracias chicos, la verdad es que los versos de Gamoneda son irremediablemente nostálgicos, y como bien dice la Medusa, esa quietud otoñal!!
ResponderEliminarbesos a todos